
La madera, la reina de los muebles
La madera, la reina de los muebles.
La calidad de un mueble de madera puede distinguirse por varios factores como el color o el acabado, las aristas, los bordes, el sistema de ventilación y los cajones.
La tarea de buscar la cama adecuada, el armario ropero o la mesa del salón no sólo requiere armarse de paciencia ante la infinidad de estilos, diseños y precios. También es aconsejable un cierto conocimiento de lo que se quiere comprar: calidad de los materiales, limpieza, conservación, envejecimiento en zonas secas o húmedas, etc. La oferta se divide, en grandes líneas, entre el mobiliario de acabado sintético y de madera. El primero es más económico y dispone de una mayor variedad de diseños, mientras que el segundo trae consigo un trabajo artesanal, de ebanistería, que se notará en la factura final.
La duración de un mueble no depende tanto del material como de su uso y cuidado
Sin embargo y a diferencia de lo que se cree popularmente, la calidad de un mueble no depende en exclusiva del material que se emplee, sino de otros factores como el acabado o la funcionalidad. De hecho, los muebles de madera maciza (que se presuponen de mejor calidad) apenas se comercializan porque supondría talar un mayor número de árboles y, además, la madera es un material vivo que experimenta movimientos ante los cambios de humedad y temperatura.
La práctica más común es que sólo el contorno o la caja del mueble sean macizos. El resto de la estructura suele estar formada por un tablero aglomerado, contrachapado o de fibra, que se obtiene a partir de virutas, serrines, cortezas y ramas de árboles, pero que asegura un mejor comportamiento ante los cambios de temperatura, calor o humedad. El mimbre, el rattán o la melamina son otros materiales empleados, pero la madera es el preferido y el más deseado. No obstante, dentro del término madera hay grandes diferencias y clasificaciones. Una de las básicas es la que distingue entre:
Madera dura:
Es las más cara y la más resistente. Se puede elegir en esta modalidad entre madera de caoba, roble, castaño, haya, cerezo, nogal, fresno, wengé o teca, entre otros.
Madera blanda:
Es la más barata y ligera. El pino, ciprés, abeto, chopo o abedul forman parte de este tipo de madera, que toma su nombre de la facilidad para ser trabajada, no porque signifique que vaya a resistir poco tiempo.
En la diferencia de precio entre una clase de madera y otra influye, fundamentalmente, el ritmo de crecimiento del árbol del que se obtiene: la madera dura procede de árboles de crecimiento lento, mientras que la madera blanda lo hace de especies que se desarrollan más rápidamente y son más abundantes.
Indicadores de un mueble de calidad
En cuanto a la duración de un mueble, no depende tanto del material (la madera en general es uno de los más nobles) como del uso que se le dé y las condiciones en las que se mantenga. Si no se cuida, la madera puede experimentar una contracción natural o movimientos de sus piezas que restan armonía a la estructura. En definitiva, para reconocer que un mueble es de calidad hay que fijarse en los siguientes aspectos y observar su comportamiento durante el periodo de garantía:
- Aristas. Las aristas de un mueble sintético suelen estar pegadas y son irregulares, frente al acabado perfecto de un mueble de madera, hecho de una única pieza o láminas pegadas firmemente, en el caso de los tableros.
- Bordes: Deben ser redondeados para reducir el daño en caso de golpes, especialmente, si se trata de muebles infantiles.
- Color. Los muebles de madera natural presentan diferentes matices, un color no uniforme y con vetas, frente al color homogéneo del resto.
- Acabado. Si el mueble se va a colocar en el baño, el exterior debe contar con una pintura o barniz anticorrosión. Para un mueble infantil es importante que la pintura no tenga contenido en plomo.
- Brillo: Demasiado brillo produce fatiga visual, más aún si se va a pasar mucho tiempo frente al mueble, como ocurre con un escritorio.
- Resistencia y ergonomía: El armario tiene que verse robusto y ser ergonómico, es decir, que permita guardar y coger cosas las cosas con facilidad. Los anclajes deben resistir peso y, si el mueble es utilizado por niños, tiene que soportar un uso más intensivo.
- Tapas seguras: Para evitar que las tapas horizontales golpeen a alguien al cerrarse, deben disponer de medios que impidan el cierre brusco o la caída incontrolada.
- Sistemas de ventilación: Los muebles contenedores, como un baúl o un cofre, tienen que disponer de agujeros u otros sistemas que actúen como respiraderos y eviten la asfixia.
- Cajones: Pueden ser macizos o no, pero lo importante es que estén bien fabricados, con un buen acabado en la parte trasera (lijado y barnizado), un ajuste perfecto y un sistema de deslizamiento adaptado a la carga máxima prevista. Deben tener topes de apertura para evitar su extracción del mueble y un olor suave.
Créditos:
Extracto de articulo de la Revista Consumer.